Pasado
un rato, me fijé en que desde donde estábamos se podía ver la
Torre Eiffel,
y en ese momento, Niall me dijo: - ¿Tenéis plan para mañana
tu tía y tú? - No, pero creo que ella quería visitar la capital,
porque tenía ganas de visitar a una amiga suya, de la cual se separó
hace unos años y se tenían mucho aprecio, pero por lo demás, no
sabemos lo que haremos, ¿y vosotros sabéis ya lo que vais a hacer?
- le dije curiosa. - Pues, la verdad, es que me gustaría proponerte
una cosa, y lo que me has dicho me viene perfecto. - me respondió,
mientras yo escuchaba atenta. - Adelante entonces. No te
interrumpo. - dije ansiosa de escuchar su misteriosa propuesta.
- ¿Te apetecería venir con migo a un
sitio mágico de París, (tu
nombre)?
- me preguntó, esperando mi respuesta. - ¡Claro que me
apetece! Y a cambio te llevaré a mi restaurante favorito de París,
y no admito un no por respuesta, ¿vale? - le dije haciéndome un
poco la interesante. - ¡Perfecto! Entonces, quedamos en la recepción
del hotel a las 9, ¿Te parece bien? - 'Magniffique'!!
A las 9 en la recepción. Hasta entonces. - Allí te espero. - dijo
acompañado de una sonrisa traviesa.
A
la mañana siguiente, me puse el despertador a las 7, pero me levanté
a las 6 y media; entonces, me duché, arreglé la cama (todavía con
la toalla liada) y me vestí así
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. A las 8 y media, me fui a la cafetería del
hotel, donde desayuné bastante bien y a las 8:45 me fui a la
recepción donde quedé con mi irlandés.
Entonces, oí que alguien decía: - ¡Es un
ángel caído del cielo! ¡Estás preciosa, (tu
nombre)!
ahora ¡pareces una princesa de verdad! A continuación, me fijé en
que era mi pequeño irlandés y le dije: - ¡Buenos días, Niall!
¿Qué tal has dormido? Por cierto, tú también vas perfecto. ¡Como
siempre! - Y en ese momento, él bajo corriendo las escaleras que
daban al hall y me rodeó la cabeza, con una mano en mi mejilla y
otra acariciándome el pelo y me dio un beso en la frente. - ¡Me
encanta como vas vestida! Podrías aconsejarme a mi de vez en cuando
como asesora de imagen, ¿sabes? - Me reí y él en ese momento dijo
en un tono más serio: - No te rías, ¡es verdad! Tienes muy buen
gusto, podrías trabajar en esto, ¿eh? - Niall, eres muy coqueto.
¡Muchas gracias! Y sobre lo de aconsejarte, ¡sería un sueño!
En ese momento, Niall, me tomó de la mano,
y entrelazamos los dedos (me dejé llevar). Y en ese instante, Niall
y yo comenzamos a caminar, hasta el aparcamiento, donde estaba su
Range Rover negro, y nos montamos. Niall iba conduciendo y yo en el
asiento del copiloto. Entonces, Niall me preguntó: - ¿Quieres que
pongamos la radio? - A lo que le respondí: - Sí, por
supuesto, yo siempre que tengo una radio cerca no dura ni un minuto
apagada. Pero, ¡Lo que tú quieras, Niall! - Jajaja. Yo
también, me encanta ir conduciendo y escuchar música al mismo
tiempo, porque son dos cosas que me encantan. - me dijo él
mirándome. Y me quedé simplemente paralizada. Pero, de repente
desperté del shock y me fijé en que nos íbamos a chocar contra
algo y le dije nerviosa: - ¡Niall! ¡Cuidado! ¡Nos vamos a
estrellar! - Y él, enseguida reaccionó y dio un volantazo, y pensé
en voz alta: - Pffff. Menos mal! No me hubiese gustado nada que le
hubiese pasado algo a Niall. - Porque, la verdad, es no me imaginaba
que estando yo con el le hubiese ocurrido nada grave. - Gracias por
preocuparte por mi, (tu
nombre)
– dijo él – Y de repente, pensó en voz alta (igual que yo)
Pero, si a ti te hubiese ocurrido algo, o te desmayaras o lo que
fuese, iría a rescatarte y no sé lo que haría con mi vida, porque
en los largos aunque cortos para mi, dos días que llevo viéndote he
descubierto... que sin ti, mi vida no tiene sentido y se quedó
mirándome otra vez, pero al mismo tiempo, pendiente de la carretera.
Y yo le miré y le sonreí y me puse roja, porque no me esperaba que
pensase eso de mi, y le dije: - Bu... bueno... mu... muchas
gracias... Ni....all. - Y él se sonrojó al igual que yo, otra vez y
se quedó cayado, al darse cuanta de que lo había dicho en voz alta.
- Y le dije muy decidida aunque a la vez en voz baja: - La verdad...
es que a mi me ha pasado lo mismo. Y paró de un frenazo el coche y
me dijo: - Te quiero. Y nuestros labios se juntaron, como si se
necesitasen el uno al otro y no se quisiesen separar nunca, y por la
falta de aire, separamos nuestras cabezas, tomé aire y le dije
susurrándole al oído: Yo... Yo también. Y él me miró
intensamente con esos ojos azules como el mar, en los que creía
naufragar por siempre y me dijo: - Tienes … unos ojos preciosos,
(tu
nombre)...
- No me digas eso, cuando los tuyos son los más bonitos del
universo. - le dije sonriendo. Y él, en ese instante, me robó un
beso.
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