5.05.2013

CAPÍTULO 6


Pasado un rato, me fijé en que desde donde estábamos se podía ver la Torre Eiffel, y en ese momento, Niall me dijo: - ¿Tenéis plan para mañana tu tía y tú? - No, pero creo que ella quería visitar la capital, porque tenía ganas de visitar a una amiga suya, de la cual se separó hace unos años y se tenían mucho aprecio, pero por lo demás, no sabemos lo que haremos, ¿y vosotros sabéis ya lo que vais a hacer? - le dije curiosa. - Pues, la verdad, es que me gustaría proponerte una cosa, y lo que me has dicho me viene perfecto. - me respondió, mientras yo escuchaba atenta. - Adelante entonces. No te interrumpo. - dije ansiosa de escuchar su misteriosa propuesta. - ¿Te apetecería venir con migo a un sitio mágico de París, (tu nombre)? - me preguntó, esperando mi respuesta. - ¡Claro que me apetece! Y a cambio te llevaré a mi restaurante favorito de París, y no admito un no por respuesta, ¿vale? - le dije haciéndome un poco la interesante. - ¡Perfecto! Entonces, quedamos en la recepción del hotel a las 9, ¿Te parece bien? - 'Magniffique'!! A las 9 en la recepción. Hasta entonces. - Allí te espero. - dijo acompañado de una sonrisa traviesa.
A la mañana siguiente, me puse el despertador a las 7, pero me levanté a las 6 y media; entonces, me duché, arreglé la cama (todavía con la toalla liada) y me vestí así http://www.polyvore.com/cgi/set?id=81164686&.locale=es . A las 8 y media, me fui a la cafetería del hotel, donde desayuné bastante bien y a las 8:45 me fui a la recepción donde quedé con mi irlandés. Entonces, oí que alguien decía: - ¡Es un ángel caído del cielo! ¡Estás preciosa, (tu nombre)! ahora ¡pareces una princesa de verdad! A continuación, me fijé en que era mi pequeño irlandés y le dije: - ¡Buenos días, Niall! ¿Qué tal has dormido? Por cierto, tú también vas perfecto. ¡Como siempre! - Y en ese momento, él bajo corriendo las escaleras que daban al hall y me rodeó la cabeza, con una mano en mi mejilla y otra acariciándome el pelo y me dio un beso en la frente. - ¡Me encanta como vas vestida! Podrías aconsejarme a mi de vez en cuando como asesora de imagen, ¿sabes? - Me reí y él en ese momento dijo en un tono más serio: - No te rías, ¡es verdad! Tienes muy buen gusto, podrías trabajar en esto, ¿eh? - Niall, eres muy coqueto. ¡Muchas gracias! Y sobre lo de aconsejarte, ¡sería un sueño! En ese momento, Niall, me tomó de la mano, y entrelazamos los dedos (me dejé llevar). Y en ese instante, Niall y yo comenzamos a caminar, hasta el aparcamiento, donde estaba su Range Rover negro, y nos montamos. Niall iba conduciendo y yo en el asiento del copiloto. Entonces, Niall me preguntó: - ¿Quieres que pongamos la radio? - A lo que le respondí: - Sí, por supuesto, yo siempre que tengo una radio cerca no dura ni un minuto apagada. Pero, ¡Lo que tú quieras, Niall! - Jajaja. Yo también, me encanta ir conduciendo y escuchar música al mismo tiempo, porque son dos cosas que me encantan. - me dijo él mirándome. Y me quedé simplemente paralizada. Pero, de repente desperté del shock y me fijé en que nos íbamos a chocar contra algo y le dije nerviosa: - ¡Niall! ¡Cuidado! ¡Nos vamos a estrellar! - Y él, enseguida reaccionó y dio un volantazo, y pensé en voz alta: - Pffff. Menos mal! No me hubiese gustado nada que le hubiese pasado algo a Niall. - Porque, la verdad, es no me imaginaba que estando yo con el le hubiese ocurrido nada grave. - Gracias por preocuparte por mi, (tu nombre) – dijo él – Y de repente, pensó en voz alta (igual que yo) Pero, si a ti te hubiese ocurrido algo, o te desmayaras o lo que fuese, iría a rescatarte y no sé lo que haría con mi vida, porque en los largos aunque cortos para mi, dos días que llevo viéndote he descubierto... que sin ti, mi vida no tiene sentido y se quedó mirándome otra vez, pero al mismo tiempo, pendiente de la carretera. Y yo le miré y le sonreí y me puse roja, porque no me esperaba que pensase eso de mi, y le dije: - Bu... bueno... mu... muchas gracias... Ni....all. - Y él se sonrojó al igual que yo, otra vez y se quedó cayado, al darse cuanta de que lo había dicho en voz alta. - Y le dije muy decidida aunque a la vez en voz baja: - La verdad... es que a mi me ha pasado lo mismo. Y paró de un frenazo el coche y me dijo: - Te quiero. Y nuestros labios se juntaron, como si se necesitasen el uno al otro y no se quisiesen separar nunca, y por la falta de aire, separamos nuestras cabezas, tomé aire y le dije susurrándole al oído: Yo... Yo también. Y él me miró intensamente con esos ojos azules como el mar, en los que creía naufragar por siempre y me dijo: - Tienes … unos ojos preciosos, (tu nombre)... - No me digas eso, cuando los tuyos son los más bonitos del universo. - le dije sonriendo. Y él, en ese instante, me robó un beso.


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