Niall
me dio la mano, y fuimos directos a mi cuarto.
Cuando entramos, los ojos de Niall fueron
directos a las dos guitarras que estaban al lado de mi cama.
-¡Tienes la misma guitarra que yo! - dijo
él, señalando la de la izquierda.
Esa guitarra era una
Freshman
y la otra una Taylor.
-¡Sí! Parece que tenemos gustos parecidos para ciertas
cosas. Jajaja. - nos reímos a la vez.
-¿Tocamos algo, princesa? - me preguntó.
-Vale. Toma. - le di la guitarra de la izquierda, porque
la que solía utilizar yo era la de la derecha.
-¿Quieres que toquemos Little Things?
-¡Perfecto! - dije con una enorme sonrisa
dibujada en mis labios.
Nos
sentamos en mi cama, y comenzamos a tocar.
Íbamos cantando los dos
juntos, hasta que llegó la parte de Harry, en la que canta antes que
Niall, y él dejó de cantar.
Me
quedé sola cantando, pero no paré; mientras él seguía acompañando
con la guitarra, pero... De repente, soltó la guitarra y la puso con
mucha delicadeza en el suelo. Yo hice lo mismo. Y le pregunté
sorprendida:
-¿Por
qué has parado, Niall? Si no me equivoco, ahora tocaba tu solo, ¿no?
-Tienes la voz de un ángel,
(tu nombre).
¡Cantas fenomenal! ¿Por qué nunca me lo habías dicho? No me digas
que te daba vergüenza, por favor.
-Niall...
La verdad... es que... nunca me había parado a pensarlo, porque...
tengo pánico escénico. - le dije mirando al suelo.
-No digas eso, por favor (tu
nombre).
Esto no puede ser.¡Eres increíble! ¿Nunca te lo ha dicho nadie? -
me dijo, alzando mi mirada hacia la suya.
-Sí. Lo sé. Es absurdo. Deprimente.
-No es
verdad. No deberías avergonzarte de eso. Pero, es que, además,
cantas fenomenalmente bien. ¡¡Podría llamar a Simon para decirle
que te deje entrar en TXF!! - dijo emocionado.
-¡No, Niall! ¡Por favor! ¡No hagas eso!- le dije un
poco enfadada.
-Bueno, si lo
tienes tan claro, entonces, te dejo. - dijo con la mirada en blanco.
-¡¡No!! ¡No te vayas, Niall! - grité, agarrándole de la mano.
-Pues, a cambio quiero que me dejes hacer una cosa, ¿de acuerdo? -
dijo girando la mirada hacia mi.
-Sí. Prometido. - dije decidida, aunque no
sabía muy bien lo que quería. Pero, en ese momento, me daba igual.
Pasó
media hora, y estuvimos todo el tiempo en mi cuarto, hablando de esto
y aquello.
-Bueno, todavía no te he enseñado la terraza. -
dije sonriendo.
-¡Vamos!
Me
cogió de la mano, mientras yo le guiaba a través de los pasillos de
la casa.
Cuando estábamos prácticamente allí, aparté
una cortina que separaba la terraza de la otra parte de la casa, en
la que habíamos estado anteriormente, y él me apartó el pelo de la
cara y me dio un beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario