Cuando
llevábamos unos 10 minutos andando, le dije a Niall: - Que tarde más
bonita hace, ¿verdad, Niall? - Pero, él se paró y se puso
delante de mi, respondiéndome con un dulce beso. Aunque, no sé
porqué, él lo terminó, igual que lo empezó, y me dijo serio: -
Sí, pero ahora no me puedo fijar en otra belleza que no sea la tuya,
(tu
nombre).
Y esta vez, yo hice lo mismo que
él, y le respondí con un gesto que a mí, simplemente me encantaba;
y nos quedamos mirándonos mutuamente, a los ojos como si
estuviésemos solos, nadie a nuestro alrededor, uno de esos momentos
en los que no te importa nada, un momento como los que siempre vivía
cuando estaba cerca de él.
-¿Quieres que vayamos al hotel? - me dijo, abrazando
cálidamente mi cintura. -Vale,
perfecto. - respondí, juntando nuestras manos.
Llegamos
al pasillo donde se encontraban nuestras habitaciones, y yo le dije:
-¿Quieres pasar, Niall? - Por supuesto, siempre que sea de tu mano.
- dijo él, abrazándome y besándome en la frente.
Cuando entramos, él se sentó en mi cama,
mientras yo me dirigí al baño y me puse esto
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.
-¡Llevas las mismas zapatillas que yo,
(tu nombre)! Jajaja.
¡Me encanta! - dijo, examinando mi ropa. Pero yo le dije: -
Niall... - ¿Sí? - dijo con voz preocupada
-Estoy muy cansada... - le susurré,
con un bostezo siguiendo mis palabras; mientras, me acercaba a mi
cama.
Cuando me tumbé en la
cama, la cual, era muy blanda y calentita; él caminó con rapidez
hasta mi lado y me envolvió en sus brazos.
-Gracias,
Niall... - dije sonriendo.
- Te quiero, (tu
nombre) – dijo él,
devolviendo la sonrisa
- Yo también...
Pasados apenas 15 segundos, me dormí, mientras él me
abrazaba cálidamente, pero antes de cerrar mis ojos, me di cuenta de
que los suyos ya se habían cerrado. Niall se había dormido.
Abrazado a mí. Los dos solos. Otro momento mágico, que metería en
un cajón, en el cual, iba guardando cuidadosamente todos los
preciosos, divertidos, o incluso tensos momentos que pasábamos
juntos.
Me desperté sobre las seis y
media de la tarde, y vi que Niall seguía a mi lado, pero esta vez,
estaba mirándome directamente a los ojos, y cuando le devolví la
mirada, la acompañé con una tierna sonrisa.
Y entramos, en una de esas conversaciones mudas, que se
basaban básicamente en sonrisas y miradas misteriosas, pero
especiales para cada uno.
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