8.30.2013

CAPÍTULO 42


  Mamá:
Todo va fenomenal. Llueve, por supuesto. He esperado a escribirte cuando tuviera algo que contarte. No te lo vas a creer, ¡he vuelto con Niall!
Yo también te echo de menos. Pronto volveré a escribir, pero no voy a estar revisando el correo electrónico cada cinco minutos. Respira hondo y relájate. Te quiero.
  (Tu nombre) x

Había decidido volver a leer Orgullo y prejuicio por placer, y en ello estaba cuando alguien tocó a la puerta.
-Adelante.
La puerta se fue abriendo poco a poco, produciendo un ruido estresante. Me giré desesperada por que desapareciese el ruido y vi que era Niall con Theo de la mano.
Pegué un salto al ver al pequeño y le abracé mientras Niall seguía observándome de pie, junto a la puerta.
-Quería verte –. musitó el rubio señalando al pequeño.
-¿Solo has venido por eso? ¿Nada más? –. murmuré arqueando una ceja y poniéndome de pie con Theo en brazos.
-Sabes que no...
De repente, cogió a Theo y lo sentó en mi cama mientras me hacía una seña con el dedo para que me acercase más a él.
-Te amo –. dijo poniendo mi pierna rodeando su cintura, quedando sobre una pierna. Me apoyé sobre el escritorio para evitar caerme.
Comenzó a dibujar un camino de delicados besos por mi cuello y solté un débil gemido.
-Oh, (tu nombre)... Solo si albergaras el deseo de... –. no siguió dado que le callé con un beso.
-No sigas... – murmuré.
-Sigo sin entender porqué no quieres intentarlo... – dijo con un gesto de disgusto y desesperación.
-Niall... No es por ti... Es que...
-¿Qué? Si no es por mí, ¿por qué es? – su tono de voz aumentó en frialdad y su semblante se puso serio.
No me salían las palabras, tenía la voz quebrada. Se me dilataron las pupilas y una pequeña lágrima se escapó, cayendo de mis mejillas.
-No... No llores, nena... No por esto... Lo siento... – me abrazó y oculté mi cabeza en su pecho mientras él me acariciaba el pelo y absorbía su aroma.
Nos quedamos así por unos minutos. De repente, vi que Harry estaba apoyado sobre el marco de la puerta. Tan... Harry como siempre. Su mirada brillaba con... ¿rabia? ¿celos? ¿Añoraba a Bella? ¿Estaba enamorado de ella... o de mí?


CAPÍTULO 41


Greg y su esposa se fueron y Maura se subió a su habitación a dormir.
Yo le pedí que si podía fregar los platos mientras que Niall se quedó en el salón jugando con Theo.
Al terminar con mi tarea, me preparé un té para bajar un poco la comida y fui donde estaban los dos chicos.
-Hola, preciosa.
-Hola –. musité.
Theo se arrastró por el sofá hasta ponerse en mi regazo a jugar con mi pelo.
-¡Eh, Theo! ¡Que su novio soy yo! – dijo Niall haciendo un mohín.
-Parece que estoy muy solicitada, ¿eh? –. le dije a Theo cogiéndole en brazos mientras él no paraba de soltar carcajadas y risitas.
-Lo siento, Niall. Creo que me quedo con él –. bromeé sacándole la lengua.
Theo repitió mi gesto y Niall y yo nos reímos escandalosamente; y así fue pasando la tarde.
En un momento dado, se me ocurrió mirar la hora así que saqué mi móvil y vi que era las 7 de la tarde. Como pasa el tiempo... ; pensé. Niall y Theo se habían quedado dormidos y se me ocurrió subir a mi cuarto.

Cuando ya estaba sentada sobre la cama con una taza de Twinings Revitalising en la mano; encendí mi Mac. Tenía tres mensajes. Mi madre me había escrito. No me detuve en ver de quién eran los otros dos. Primero abrí el de mi madre. Era de hace una semana, osea, cuando llegué aquí.

  (Tu nombre):Escríbeme en cuanto llegues y cuéntame cómo te ha ido el vuelo. ¿Llueve? Ya te echo de menos. ¿Cómo está tu tía? Tu padre os manda saludos.  Mamá

Suspiré y leí el siguiente mensaje. Era de ella. Lo había mandado ocho horas después del primero. Decía:

¿Por qué no me has contestado? ¿A qué esperas?
  Mamá

El último era de esa mañana.

  (Tu nombre):
Si no me has contestado a las 20:00; voy a llamar a tu tía.

Miré el reloj. Aún faltaba una hora, pero mi madre solía adelantarse a los acontecimientos.

  Mamá:
Tranquila. Ahora te escribo. No cometas ninguna imprudencia.
  (Tu nombre)

Envié el mail y empecé a escribir otra vez.

CAPÍTULO 40


Mantuve la vista fija en sus ojos, contemplé como la excitación que lucía en ellos se sosegaba.
Se puso de pie con un movimiento casi invisible. Me tendió su mano, un gesto bastante esperado por mi parte, ya que estaba demasiado acostumbrada a nuestro habitual comportamiento de contacto constante. Tomé su mano helada, ya que necesitaba ese apoyo más de lo que creía. Aún no había recuperado el equilibrio.
-Creo que deberíamos bajar a comer, o se preguntarán donde estamos –. dijo el rubio.
Asentí ruborizada y con temblores en todo el cuerpo. Maldito resfriado.
Me llevó escaleras abajo cogidos de la mano.
Una vez estando en el primer piso; fuimos directos a la cocina. Olía realmente bien. Me preguntaba qué estaría cocinando Maura.
Me acerqué hacia donde estaba ella y le dije:
-¿Necesita que la ayudemos en algo, señora Horan?
-No, gracias cielo –. respondió con una sonrisa humilde – Necesitáis descansar, así que no haréis nada, ¿de acuerdo?
Asentí con un poco de angustia, porque me sentía una inútil al no poder ayudar en nada por culpa de este asqueroso resfriado.
A pesar de las palabras de su madre, Niall puso la mesa en menos de 2 minutos. Le lancé una sonrisa desde la cocina y él me guiñó el ojo.
Fui a coger nuestros platos, sin que me viese Maura, y los llevé a la mesa del salón.

De repente, Greg apareció por la entrada de la casa con su hijo, Theo. Era adorable, había visto fotos de él con Niall pero era extremadamente tierno. Me encantan los bebés.
-¡Hola a todos! ¡Mirad quien viene conmigo, chicos! – gritó Greg señalando al pequeño.
-¡Hola! – dijimos Niall y yo al unísono.
Seguidamente, Niall fue corriendo a coger en brazos a Theo. Se veía tan... padre.
-Mira Theo, ésta es tu futura tía, (tu nombre) –. musitó el rubio acercándose a mí.
Solté una risita ante la presentación que me había hecho Niall.
-Ven, cariño. Cógelo. Seguro que le encantas –. me dijo poniendo a Theo esta vez, en mis brazos. Ahora era el triple de adorable que antes.
Justo cuando el bebé rozó mis manos me sonrió dulcemente. ¿Se podía ser más tierno?
Niall me abrazó por detrás y me susurró al oído:
-¿Ves? Te dije que le gustarías.
Comencé a mecerlo lentamente mientras no apartaba la mirada de sus ojitos.
Decidí dárselo a Denisse y Maura nos dijo que nos sentásemos a comer.
Terminamos sobre las tres y media de la tarde; y Greg le pidió a su madre que si nos podíamos hacer cargo del bebé porque él y Denisse tenían que ir a Dublín a no sé qué.


CAPÍTULO 39

*Narra Niall*
El pelo de (tu nombre) olía a lluvia con un toque de manzana. Me encanta.
-Es muy buen enfermero, señor Horan –. dijo ella con ese tono tan dulce en la voz.
-Y usted muy buena paciente, señorita Misterio.
Recordé que el día anterior no pude completar mi propósito en Dublín. Desde el día en que (tu nombre) me dejó... estuve dándole vueltas al asunto. Y ahora me he dado cuenta de que estoy completamente seguro.
Quiero pedirle que se case conmigo. Pero no sé de qué manera. Le dije que tenía que esperar hasta Nochebuena; osea, que la fecha ya la tengo fijada. El problema es el escenario y todo ese rollo. Pretendo que sea inolvidable, para ambos.
El caso es que, mi tarea en Dublín era ir a comprarle un anillo. Y debido a los acontecimientos no me dio tiempo. Así que idearé alguna manera para volver allí y poder comprárselo.
Volví a poner la cabeza sobre la Tierra y me di cuenta de que mi pequeña irlandesa se había quedado dormida sobre mi regazo. Era tan.. vulnerable cuando dormía. La amaba por encima de todo.
Decidí llevarla a su cuarto y así lo hice. La tomé en mis brazos y al llegar a la habitación la tumbé sobre su cama. Me quedé observándola anonadado por su belleza, natural, adorable, cálida.

*Narras tú*
Cuando alcé la vista, había abierto los ojos y me miraba. Una rápida sonrisa curvó las comisuras de sus labios sin mácula.
-Hola, cariño. ¿Cómo has dormido? – preguntó con despreocupación.
-Muy... bien... – fruncí el ceño intentando sonsacarle cuánto tiempo llevaba así.
Su sonrisa se hizo más amplia y sus dientes refulgieron al sol.
Poco a poco, me acerqué más y extendí toda la mano para trazar los contornos de su antebrazo con las yemas de los dedos. Contemplé el temblor de mis dedos y supe que el detalle no le pasaría desapercibido.
-¿Te molesta? – pregunté, ya que había cerrado los ojos.
-No –respondió sin abrirlos –, no te puedes imaginar como se siente eso.
Suspiró.
Cerré los labios y los volví a abrir. Le cogí de la barbilla y le acerqué más a mí, de modo que nuestras respiraciones chocaban la una contra la otra. Mis ojos iban de sus ojos a sus labios y al contrario.
Entonces sus fríos labios presionaron muy suavemente los míos.
Para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para mi respuesta.
La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Mi respiración se convirtió en un violento jadeo. Aferré su pelo con los dedos, atrayéndolo hacia mí, con los labios entreabiertos para respirar su aliento embriagador. Sus manos gentilmente pero con fuerza, apartaron mi cara. Abrí los ojos nuevamente y vi su expresión excitada y pasional.
-¡Huy! – musité.
-Eso es quedarse corto.

CAPÍTULO 38


-Oh, no... Creo que se me ha congelado el trasero – dijo con voz preocupada pero a pesar de ello, con una divertida sonrisa en su semblante.
Me levanté de encima suya y le ayudé a ponerse de pie.
De repente, estornudamos a la vez y una carcajada despampanante se nos escapó.
-¡Joder! Nos hemos resfriado! – dijimos también al unísono.
-Bueno, cuidaremos el uno del otro – ideó Niall sonriendo tan dulcemente como siempre.
-Estoy de acuerdo... Achúuuus! – otro maldito estornudo salió de mí – Ups! Lo siento...
-Da igual... Eres asquerosamente adorable, (tu nombre).
-Aww... Que detalle, cariño – le dije con una sonrisa sarcástica.
-Te amo, (tu nombre).
-¿Con mocos y todo?
Una carcajada resonó por toda la casa.
-Con mocos y todo – musitó dándome un beso “esquimal” (Es un beso que se da frotando la nariz del otro con la tuya varias veces)
-Bueno, será mejor que entremos –. dije tiritando.
-Oh, mi mocosa tiene frío –. Un chico listo; pensé.
Me abrazó fuertemente contra él.
A continuación, volvimos a entrar en casa y Maura estaba apoyada en el sofá con la mirada fija en nosotros. Y se me escapó un inoportuno estornudo.
-Buenos días –. fue lo único que se me ocurrió decir.
Niall intentó disimular una sonrisa.
Maura se acercó corriendo a nosotros trayendo dos mantas consigo.
-¡Estaréis calados hasta los huesos! –. dijo mientras nos rodeaba el cuerpo con las mantas.
Por fin algo de calor... ; pensé. No dejaba de dar tiritones. Niall me cogió fuerte de la mano y tenía la temperatura corporal de un cubito de hielo.
-¡Vamos! ¡Pasad! ¡Rápido! No pensaréis quedaros ahí parados, ¿no? –. comentó Maura mientras pasaba directa hacia la cocina.
-Sentaos, os prepararé algo caliente.
Hicimos lo que nos dijo y me acurruqué sobre el pecho de Niall. Él me rodeó con sus brazos y poco a poco dejaba de temblar como un flan.
-Aquí tenéis, chicos –. Maura nos ofreció unas tazas de té caliente.
-Gracias, señora Horan –. dije y de repente estornudé.
-Vaya catarro que has pillado, cariño –. dijo con rostro horrorizado.
-Tranquila, mamá –. intervino Niall – No le pasará nada más mientras estemos juntos, ¿no es así, chica misteriosa?
Asentí ruborizada y un poco nerviosa.
-Bueno, en ese caso os dejo solos... No salgáis fuera, ¿de acuerdo?
-¡Sí! – gritamos obedientes al unísono.
Maura subió al piso de arriba mientras Niall jugaba con mi pelo y yo intentaba no quemarme con el té. 

CAPÍTULO 37


-Pues yo habría podido dormir si una pequeña irlandesa no fuese tan adorable mientras duerme –. dijo sonriente.
-¿Has estado mirándome mientras dormía? – ¡Dios mío! ¡Qué vergüenza!
-Toda la noche – respondió asintiendo lentamente con la cabeza.
Mis mejillas tomaron el color de las rosas que rodeaban la entrada de la casa.
-Me encanta cuando te sonrojas. Eres tan... sexy – volvió con sus besitos en el cuello.
Gemí y solté una carcajada igual de sonora que las suyas.
-Mmm... Mi pequeña irlandesa... ¿Por qué tienes que ser tan sexy?¡No me extraña que tus amigas te llamen irlandesa, lo llevas en la sangre, nena!
Le di un beso, largo y cálido, lo cual me recordó que estaba nevando.

Cuando terminamos de “desayunar”, le dije a Niall:
-¿Sabes que está nevando?
Asintió con otra sonrisa de las suyas.
-¿No te parece romántico?
Volvió a asentir mientras que la sonrisa no se le borraba de la cara.
-¡Niall! ¡Que parece que estoy hablando sola!
-Eres tan adorable cuando te cabreas, por favor, querida, no tortures a este pobre chico.
-Pobrecito –. dije poniendo morritos.
Él salió corriendo hacia mí mientras que yo escapaba hacia la puerta, la abrí y salí a fuera.
Me agaché e hice una bolita de nieve.
-No pensarás en... – dijo el rubio
-¡Oh, sí! – una risa malvada se me escapó y él corría a toda prisa para que no le lanzase la bola de nieve.
Conseguí atraparle pero por desgracia había hielo de por medio, y Niall tiró de mí para caer al frío y congelado asfalto.
-¡Auch! – grité, realmente me había hecho daño.
Él me cogió fuerte entre sus brazos de tal modo que no podía liberarme.
-Pobrecita, mi irlandesa –. dijo, y me dio un beso fugaz en los labios.
Estaba tiritando del frío.
-Tienes los labios congelados, querida. Hay que calentarlos de algún modo. ¿Se te ocurre cómo? – preguntó con sus ojos azules clavados en los míos.
Negué con una sonrisita pícara.
-Pues a mí sí – me susurró al oído llenándome de besos.
Terminó con los labios más gruesos que antes y supuse que yo los tendría igual.
Solté una enorme carcajada, nuevamente.
-Creo que ha funcionado – conseguí responder con la respiración agitada.
Esta vez, le di un beso en la nariz, la cual tenía congelada, por cierto.

CAPÍTULO 36


Pero él dio un paso para atrás y dijo con una mueca de... ¿dolor? ¿miedo?:
-No, no me toques. Por favor, (tu nombre). Estás... en tu cama y me quieres dar un beso y un abrazo. Te juro que esta vez no me voy a controlar. Es mejor que guardemos las distancias.
A pesar de sus palabras, me levanté de un saltó y me lancé a sus brazos.
-Tranquilo, Harry. Yo sé como pararte los pies, y si no lo consigo... Bueno, eso ya se verá... ¿De acuerdo? – lo abracé más y más fuerte, haciendo que quedásemos los dos juntos.
Él correspondió mi abrazo, y noté un saliente que chocaba con mi barriga. ¡Oh, no! ¡Esto empieza a no pintar bien!
Inmediatamente, me separé de él con cara de horror y mucho, mucho miedo.
-¡Eh! ¿Qué te pasa ahora? – dijo con una sonrisa inocente y los ojos muy abiertos, mientras se acercaba a mí.
-¡¿Que qué pasa?! ¡Eso! ¡Eso es lo que pasa! – grité señalando, bueno... ya lo habréis averiguado por vosotros mismos.
Él se quedó con los ojos como platos y se sentó en el suelo con las manos en la cabeza.
-Lo sabía, sabía que pasaría. Joder, joder, joder. Te dije que no me podía controlar –. murmuró para sí mismo.
-Mira, hacemos como si no hubiese pasado nada y ya está, ¿De acuerdo? – dije intentando tranquilizarle un poco. Alargué el brazo para acariciarle la mejilla, pero retiré la mano rápidamente porque sabía las consecuencias.
-De acuerdo –. respondió con el mismo tono de voz que antes.
Le ayudé a levantarse y me quedé unos instantes mirándole a los ojos. No reconocía esa sensación. Pero de repente, nuestras miradas se separaron y cada uno seguimos nuestro camino. Él se dirigió hacia el baño y yo bajé las escaleras hasta el primer piso para seguir con lo que había dejado a medias.

Cuando estuve ya abajo, Niall estaba viendo la televisión con un vaso de leche en la mano. Continué hacia la isla de la cocina, donde había dejado mi desayuno.
Devoré la barrita de muesli en tres bocados y me decanté por dejar la manzana. Seguidamente, cogí la taza de té, el cual estaba congelado (no me extrañaba) y me senté al lado de Niall.
Se dio cuenta inmediatamente de que estaba allí y me dio un dulce beso en la mejilla.
-¿Cómo ha dormido hoy mi chica misteriosa? – me susurró al oído con una sonrisa pícara en los labios.
-Como un muerto – respondí acompañada de una risita.
Él soltó una carcajada.

CAPÍTULO 35


-¿Que no haga qué?
-Morderte el labio –. musitó con una de sus manos en mi trasero y la otra acariciando mi mejilla.
-¿Por qué? –. no sé porqué no le pegué una bofetada, una parte de mi subconsciente me decía: “¡Vamos, nena! ¡Dale otro morreo!” Mientras que la otra: “No le seas infiel a Niall, piensa en cómo se sentiría si te viese así.”
El caso es que le hice caso a la primera propuesta, pero antes dejé que me diese una explicación lógica a mi pregunta. Curvé una ceja y esperé su respuesta.
-Porque me dan ganas de... –. paró un momento como si su subconsciente funcionase de la misma manera que el mío y estuviese pensando en cuál elegir –. De hacerlo aquí mismo, joder! –. exclamó pasándose la mano por su pelo.
-Deja que compruebe algo –. murmuré acercándome lentamente hacia él y rodeando su cuello con mi mano. Cerré los ojos e inspiré profundamente, mientras que él parecía tenso pero divertido al mismo tiempo. Le di un beso, esta vez más largo que el anterior. Besaba tan bien. Debía mantener la cabeza en su sitio pero me resultaba imposible parar, al igual que a él.
-Oh, Dios... No sé porqué he hecho eso... – dije con la respiración agitada.
-Yo sí... – me susurró al oído con la voz ronca – Me amas... me amas, (tu nombre).
No podía. No debía seguir con esto.
-Discúlpame, Harry. No puedo –. fui corriendo hacia mi habitación y en ese momento, choqué contra alguien; que me cogió en brazos.
-¡Eh, toro! – Oh, no! Era la voz de Niall – ¿A qué viene tanta prisa, eh?
-No es nada. Déjame, por favor. – mi voz a penas se escuchaba y no era capaz de mirarle a la cara.
Me encerré en la habitación dejándole allí plantado. Me dolía en el alma. ¡Oh, Dios! ¿Cómo le he podido hacer eso? ¡Es mi novio! Y él es su mejor amigo! No me lo puedo creer, ¿cómo he sido tan estúpida? Espero que no le pregunte nada a Harry. Estoy muerta. Sepultada para el resto de mi vida. ; pensé entre sollozos.
Caí en mi cama y estuve llorando alrededor de una hora. Al final, me quedé dormida.

De repente, pegaron a la puerta.
-Si eres Harry no entres –. dije con la voz ronca y casi inaudible.
Harry entró disparado hasta mí y se sentó a mi lado.
-Lo siento, preciosa. No sé lo que ha pasado, te pido perdón por mi actitud. No he sabido controlarme y no he pensado en que tú estabas con Niall. Él es como un hermano para mí –. no le dejé terminar, y esta vez fui yo la que le callé poniendo mi dedo índice sobre sus labios.
-Harry, no te pongas triste. He sido yo la que no ha sabido controlarse. Mis impulsos dominaron mi mente y mi cuerpo y no supe parar. Soy yo la que te tiene que pedir disculpas, no hace falta que sufras por algo que he hecho yo –. le dije mientras le daba un fuerte abrazo y un besito tranquilizador en la mejilla.

CAPÍTULO 34


Algo había cambiado cuando abrí los ojos por la mañana.
Era la luz, algo más clara aunque siguiera teniendo el matiz gris verdoso propio de un día nubloso en Mullingar. Comprendí que faltaba algo más, mi querido Niall no se encontraba a mi lado. La niebla que solía envolver mi ventana tampoco estaba.
Me levanté de la cama de un salto para mirar fueran y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi semblante.
Una fina capa de nieve cubría el césped y el techo del coche de Niall, y blanqueaba el camino, pero lo malo era que toda la lluvia del día anterior se había congelado, recubriendo las agujas de los pinos con diseños fantásticos y hermosísimos, aunque convirtiendo la calzada en una superficie resbaladiza y mortífera.
Opté por ir de puntillas para no despertar a nadie a mi habitación y coger algo de ropa que ponerme. Me decanté por esto: http://www.polyvore.com/at_office/set?id=92424070
A continuación, volví al cuarto de Niall para poner mis cosas en su sitio.
La verdad, es que en ese sentido soy muy desordenada, pero lo considero mi propio orden aunque mi querida madre no lo entienda.
Bueno, al terminar bajé (otra vez de puntillas) hacia la cocina porque tenía un hambre colosal.

Estando ya en el piso de abajo, cogí de la alacena un paquetito de Twinings Revitalising y puse a hervir un poco de agua. Como acompañamiento elegí una barrita de muesli y una manzana. Cogí una taza y me serví el té.
Me disponía a sentarme en el sofá, y unas manos me rodearon la cintura. Supuse que era Niall así que le planté un beso.
Pero cuando mis labios rozaron los suyos noté algo distinto, no eran sus labios. En ese momento abrí los ojos y vi quién era.
-Besa usted muy bien, (Tu nombre) –. dijo Harry con una sonrisa dulce en los labios.
-Lo siento, Harry. No era mi intención. Pensé que eras otra... –. no me dejó terminar y puso uno de sus finos y fríos dedos sobre mis labios.
-Niall, ya lo sé. Tranquila, no pasa nada. Me ha gustado mucho tu beso –. sus ojos verdes brillaban de... ¿pasión? 
-Por favor, Harry... –. desvié la mirada hacia otro lugar que no fuesen sus ojos ardientes –. Yo estoy con Niall... No me hagas esto...
-Por un besito más no pasa nada, nena –. murmuró con un mohín --. ¿Eres consciente de lo apetecible que estás ahora? Creo que tenemos un estilo parecido, ¿no te parece, nena? --. me puso un mechón de pelo detrás de la oreja y me miraba intensamente a los ojos.
Me mordí el labio.
-No hagas eso –. dijo mirándome directamente a los ojos, lo que me obligó a hacer lo mismo.

CAPÍTULO 33


-A mí me gustas tú –. se lanzó sobre mí quedando debajo de él. Comenzó ha depositar un camino de delicados besos desde mi boca hasta mis hombros.
-Estúpida camiseta... Oh! Mira por donde, tu ropa interior hace juego con la mía –. susurró acariciándome un brazo. Me encanta, pero tenía que mantener la mente clara. A pesar de que era bastante difícil en esa circunstancia.
-Que coincidencia, ¿no? –. dije con voz inocente acompañada de otra sonrisa boba.
-Habrá que completar el conjunto, digo yo.
Al decir esto, Niall cogió la camiseta y no sé de qué manera en unos segundos ya la tenía en la mano y lista para disparar junto a su ropa.
-Mucho mejor, ¿no te parece? –. comentó
-Dímelo tú
-Creía que la experta en moda aquí eras tú –. llevaba razón
-Muy observador, señor Horan.
-Siempre que estoy con usted intento serlo, señorita Misterio.
De nuevo, volvieron los bostezos. La verdad, es que comenzaba a tener un poco de sueño. Mis párpados querían cerrarse pero no quería dejar a Niall así.
-¿Tienes sueño? – me preguntó.
-Sí... – iba a caer rendida sobre la almohada pero no me daría por vencida – ¡No!
-Cariño, no importa, ¿vale? Duerme, estoy contigo –. sus palabras me tranquilizaban, su voz suave y melodiosa no salía de mi cabeza. Hacía que me entrase más sueño aún.
-Buenas noches, mi querido irlandés –. dije depositando un cálido aunque fugaz beso en sus labios.
-Oh, nena. Me pones tanto... Pero tienes que dormir, y yo también. Aunque no sé lo que voy a hacer contigo –. besó mi cabello y acarició mi mejilla con la yema de sus dedos. – Buenas noches, mi princesa irlandesa.
Le miré con el ceño fruncido al escuchar ese nuevo apodo.
-Me dijiste que tus amigas te llaman “irlandesa”, ¿no?
Solté una risita adolescente e inocente y asentí.
-Te quiero, cariño –. le susurré al oído.
-Te amo, mi pequeña irlandesa –. me dio otro beso pero esta vez sí fue en los labios.
Me despedí con un largo y sensual beso que duró minutos, y después caímos rendidos por el profundo sueño.

CAPÍTULO 32


Se acercó más a mí y se tumbó a mi lado, sin hacer caso de mi petición.
-Tranquila, no voy a hacerte nada, cariño. Ven, vamos a dormir –. murmuró cogiéndome fuertemente de la mano y tirando de mí, pero por desgracia (para mí, no para él), caí encima suya. ¿Lo habrá hecho a posta?
-No puedo dormir así –. dije señalando mi ropa.
-Eso se puede solucionar rápido –. respondió con una sonrisa juguetona.
-No...Niall, no... Voy a coger una camiseta, si no te importa, claro.
Pegué un salto hasta llegar a la puerta de su armario. Había dos estanterías llenas de camisetas de tirantes muy anchas. Opté por coger una en la que ponía “Crazy Mofos”.
-Ahora vengo –. dije llevando en mi mano la camiseta.
-Puedes cambiarte aquí, (tu nombre) –. su sonrisa seguía teniendo el mismo significado que antes.
¡Venga, tía! ¡Haz caso al rubito! ¿No ves lo que quiere?, me dijo mi subconsciente, que parecía haberse revolucionado por completo.
-...Vale...
Acepté su oferta, quedándome en ropa interior. Me di la vuelta y mis mejillas ardían furiosas, al igual que el resto de mi cuerpo.
-Eres preciosa, (tu nombre) –. murmuró con la mirada fija en mi cuerpo.
Fugazmente, me puse su camiseta y me hice un moño alto; mientras doblaba mi ropa y la ponía en una silla próxima al escritorio.
Di unos saltitos hasta la cama y me acosté a su lado. Él me rodeó con su brazo quedando pegado el uno al otro.
-Me encanta esta camiseta –. comentó con una dulce sonrisa.
-A mí también. Es muy... apropiada –.
-¿En serio? ¿Eres una “CrazyMofo”? –. exclamó incrédulo alzando una ceja.
-¡Por supuesto! Me atrevería a decir que la más crazy de todas. Jajaja –. dije con autosuficiencia.
-No me lo creo. ¡Demuéstralo! –. murmuró haciéndose el interesante. Pero yo sabía por donde iba.
-Sé por dónde vas, Niall. Ya hemos hablado de ello...
-Sí, pero por desgracia te he pedido que me demuestres lo que has dicho –. en ese instante, me recordó un poco al personaje de Christian Grey. Tan seductor, controlador, auto-suficiente e irresistiblemente sexy.
Mi subconsciente seguía tan alocado como anteriormente.
-Es usted muy insistente, señor Horan.
-Lo sé, señorita Misterio.
-Me gusta ese mote –. dije con una sonrisa, misteriosa.

CAPÍTULO 31


-¡Niall Horan es un loco irlandés y está tremendamente sexy! – grité; aunque no me di cuenta de que Maura seguía tumbada en el sofá y pegó un respingo al escuchar semejante grito.
-¡Por favor, chicos! ¡Aquí hay una irlandesa que sí que se va a volver loca si no bajáis un poco la voz! ¡Qué tenéis un cuarto para vosotros dos! - chilló la pobre mujer, a la que habíamos despertado.
Niall soltó una carcajada y me cogió en volandas. Subió las escaleras dando saltitos y cuando llegamos a la puerta de su cuarto se paró y me besó alocadamente.
-Te amo –. musitó.
-Te amo –. dije dándole otro beso igual de alocado que el anterior.
De repente, Niall le pegó una patada a la puerta de la habitación y me arrojó sobre su cama.
-N... Niall... – . ya sabía lo que se proponía.
-¿Si?
-¿Que... que haces? –. me temblaba la voz más que nunca. No estaba preparada. Todavía no. Esta noche no.
-Quiero hacerlo, (tu nombre). Quiero hacerlo contigo. - dijo mientras se bajaba los vaqueros y se quitaba los zapatos, los cuales arrojó a la puerta que ya quedaba a espaldas de los dos.
-N...Niall... N...No puedo... –. tartamudeé.
Él se quedó helado, paralizado.
-¿Cómo? ¡Me dijiste que querías que fuese esta noche! ¿Es que no me quieres? ¿Es eso? ¡Respóndeme , (tu nombre)!
Mis pupilas se dilataron rápidamente y rompí a llorar.
-No, Niall! ¡Te amo más que a nada en el mundo! ¡Y tú lo sabes! –. exclamé entre sollozos –. Pero no me siento preparada, ¿vale? ¡No te merezco! Me siento una insignificante a tu lado. Pensar que podrías tener a cualquier chica a tus pies y... ¿y me eliges a mí? No lo entiendo... ¿Por qué yo? –. las lágrimas no cesaban.
-¡No llores, cariño! Tú eres mi vida, mi todo. Te amo como nunca he querido a nadie. No sé lo que me atrajo a ti, quizá fue tu sentido del humor, tus preciosos ojos verdes, tu simpatía, tu sencillez. Tú no me quieres por la fama o por el dinero. Sino, por lo que soy. Lo que sí que no entiendo es porqué te ves como una insignificante a mi lado. Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida. No sé lo que haría sin ti. Pensar que no estás conmigo y que otro te posee no me cabe en la cabeza... – a él se le contagiaron las lágrimas que sin cesar salían de mis ojos. Pero ahora... eran de alegría.
-¡Oh, Niall! Yo siento lo mismo. Yo soy tuya, y de nadie más. Te amo, te amo, Niall Horan. Por siempre.
-Por siempre –. repitió él.
Un bostezo se escapó de mi boca.
-¿Estás cansada, cariño? - me preguntó con un tono de voz más dulce.
-Un poco. Y Niall... me... excita verte así... Por favor... Vuelve a ponerte los pantalones... - dije sonrojada.

CAPÍTULO 30


Justo entonces, me acordé de que mi tía no sabía lo que me había pasado y ella seguía en Dublín pensando que yo estoy con Albert, cuando me encuentro en la casa de Niall con una compresa fría en la cabeza mientras la comparto con la madre de Niall dado que ella se ha golpeado la cabeza. ¡Madre mía!
-¿Qué pasa, (tu nombre)? ¿Ocurre algo? - me preguntó el rubio alarmado.
-Tengo que llamar a mi tía, disculpa -. busqué mi bolso y localicé mi iPhone. Busqué en “últimas llamadas” y le pulsé a “Tía <3”.
*Llamada telefónica*
-¿Hola?
-Soy yo, (tu nombre) –. murmuré con voz temblorosa.
-¿(Tu nombre)? ¿A qué se debe tu llamada? ¿Pasa algo?
-Sí... Es que... Resulta que...
-Bueno, ¿me lo vas a decir ya o tendré que esperar hasta Navidad?
Oh no!! Se me había olvidado tratar ese tema con ella... Bueno... Ahora no era el momento preciso para hablarlo –. pensé
-Estoy en casa de los Horan, porque me he desmayado mientras estaba paseando con Albert y Niall pasaba por allí y... – estaba hablando a tal velocidad que no sabía si mi tía me habría entendido.
-Tranquila, cariño. Ya lo hablaremos con más tranquilidad cuando llegue. ¿No quieres venir?
-No... No me encuentro bien... Pero no te preocupes, Niall es un buen enfermero. - dije mirando a mi irlandés mientras él venía hacia mí y me daba un sensual beso. Pero le hice que parase porque si no mi tía podría asustarse con lo exagerada que es.
-Bueno, que te mejores cariño. Por cierto, creo que me quedaré esta noche en casa de los Sheppherd (la familia de Albert), ¿vale?
-Claro. Me parece buena idea. Que te diviertas. Nos vemos mañana.
-Te quiero, cariño. Ah! Y di al rubito de mi parte que no haga ninguna tontería.
-Por favor, tía. Él no va a hacerme nada. Estaré bien. Buenas noches.
-Buenas noches, preciosa.
*Fin de la llamada telefónica*
Colgué y guardé mi móvil en el bolso nuevamente. Me giré hacia Niall y le miré con gesto serio.
-Querido, te agradecería que no me interrumpieses cuando hago una llamada urgente a mi tía diciéndole que un loco y sexy irlandés me ha llevado desde Dublín hasta su casa en Mullingar sin avisar a nadie. Pero a pesar de eso, es un excelente enfermero.
-¡Bueno, bueno, bueno! Sé que estoy loco, loco por ti! – me dio un fugaz beso – Pero... ¿Lo de sexy irlandés iba en serio? – preguntó alzando una ceja.
-¡Por supuesto! ¡Eres irlandés y estás tremendamente sexy!
Su mandíbula casi perfora el suelo de la casa al escuchar eso, mientras que mis mejillas adoptaron un color rosado.
-Dilo otra vez. - pidió con una sonrisa de oreja a oreja.

CAPÍTULO 29


Abrí los ojos para ver a Maura con una compresa fría en la mano.
- Aquí tienes, cariño -. la colocó sobre mi frente y añadió -: Tienes mejor aspecto.
- Creo que ya estoy bien -. dije mientras me incorporaba lentamente.
Me pitaban un poco los oídos, pero no tenía mareos. Las paredes no daban vueltas.
Pude ver que me iba a obligar a acostarme de nuevo, pero en ese preciso momento la puerta se abrió y Maura se golpeó la cabeza con la misma.
- ¡ Mamá! – Niall se tiró al suelo para cogerla y que no se cayera al suelo.
Me bajé de un salto para dejar libre el sofá para Maura.
- Tome, Señora Horan. Creo que la necesita usted más que yo –. le dije devolviéndole la compresa. Niall me sonrió cariñoso y como si le hubiese hecho gracia lo que acababa de decir.
- Gracias, (tu nombre). Y no hace falta que me llames Señora Horan –. respondió ella.
No nos habíamos dado cuenta de que alguien estaba en la entrada de la casa.
Entonces, Albert cruzó el umbral de la puerta, sus ojos iban de Niall a mí. La mirada que le dedicó a Niall me confirmó lo que éste me había dicho, que Albert lo aborrecía. Volvió a mirarme con gesto malhumorado.
- Tienes mejor aspecto –. me acusó.
- Tú solo métete la mano en el bolsillo –. le advertí.
- Ya no sangra –. murmuró – ¿Vas a volver?
- ¿Bromeas? Tendría que dar media vuelta y volver aquí –.las náuseas volvieron en ese momento.
- Sí, supongo que sí. ¿Vendrás este fin de semana a la playa?
Mientras hablaba, lanzó otra mirada fugaz hacia Niall, que se apoyaba con gesto ausente contra el sofá inmóvil como una estatua. Intenté que pareciera lo más amigable posible:
- Claro.
- En ese caso, nos reuniremos en la tienda de mi padre a las diez.
Su mirada se posó en Niall otra vez, preguntándose si no estaría dando demasiada información. Su lenguaje corporal evidenciaba que no era una invitación abierta, pero a mi la verdad es que no me importaba mucho, porque al fin y al cabo, no pasaba nada si había una persona más, ¿no?
- Allí estaré –. prometí.
- Bueno, nos vemos –. dijo, dirigiéndose con inseguridad hacia la puerta.
-¡Espera! – se giró de inmediato – ¿Podría venir él también? – continué señalando a Niall.
La expresión de Albert se volvió tensa y nerviosa. Y tartamudeando respondió:
-Claro. Sin problema.
-Gracias. Hasta la vista –. repliqué con una sonrisa falsa.
Me miró una vez más con la contrariedad escrita en su rostro y se encorvó mientras cruzaba lentamente la puerta. Me invadió una oleada de compasión.
-Este chico miente muy, pero que muy mal –. me susurró Niall al oído con una sonrisa burlona. Le di un codazo, aunque se me escapó una risita.

CAPÍTULO 28

Niall lo ignoró.
- Tienes un aspecto espantoso. - me dijo al tiempo que esbozaba una amplia sonrisa.
El bamboleo de su caminar no ayudaba. Me sostenía con cuidado lejos de su cuerpo, soportando todo mi peso sólo con los brazos, sin que eso pareciera afectarle.
- ¿De modo que te desmayas al ver sangre? - preguntó.
Aquello parecía divertirle.
No le contesté. Cerré los ojos, apreté los labios y luché contra las náuseas con todas mis fuerzas.
No sé cómo abrió la puerta mientras me llevaba en brazos, pero de repente hacía calor, por lo que supe que habíamos entrado en su coche.
En unos pocos (o por lo menos, lo fueron para mí) minutos, estábamos en su casa.
Niall parecía ansioso cuando me rodeó la cintura con el brazo y puso mi brazo sobre su hombro. Me apoyé pesadamente sobre él mientras nos acercábamos lentamente (por suerte) hacia el sofá. Seguidamente, Niall me tumbó con máxima delicadeza sobre este.
Cuando pude sentir debajo mía el suave tejido del sofá me di cuenta de que Niall estaba hablando con su madre. Se giraron hacia donde me encontraba y vieron que me había despertado.
-Voy a traerte un poco de hielo, cariño -. me dijo Maura con una dulce sonrisa.
Ella se alejó, mientras que su hijo venía en mi dirección.
De repente, vi que lo tenía al lado acariciándome el pelo suavemente. De la misma manera que siempre. No podía dejar de mirarle, pero me acordé de Albert. ¿Cómo estará? ¿Qué le habrá dicho Niall?
- Pobre Albert. Apuesto a que se ha enfadado.
- Me aborrece por completo –. dijo Niall jovialmente.
- No lo puedes saber –. disentí, pero en ese momento me pregunté si a lo mejor sí podía.
- Vi su rostro... Te lo aseguro.
- Pues yo te aseguro que no --. le dije con tono desafiante.
Ya me encontraba prácticamente recuperada. Las náuseas se hubieran pasado con mayor rapidez de haber comido algo durante el almuerzo (solo tomé un poco de ensalada y un vaso de agua), aunque, por otra parte, tal vez era afortunada por haber tenido el estómago “vacío”.
Opté por dejar caer mis párpados, los cuales me pesaban bastante debido al cansancio que llevaba en el cuerpo, y detener mi mente un ratito.

8.25.2013

CAPÍTULO 27

Aún seguía muy confusa. Me tumbé sobre un costado, puse la mejilla sobre el cemento húmedo y gélido de la acera y cerré los ojos. Eso pareció ayudar un poco.
- Vaya, te has puesto verde. - comentó Albert, muy nervioso.
- ¿(Tu nombre)? - me llamó otra voz a lo lejos.
Esa voz tan familiar... solo podía ser de una persona.
- ¿Qué le sucede? ¿Está herida?
Ahora la voz sonó más cerca, y parecía preocupada. No me lo estaba imaginando. Apreté los párpados con fuerza, me quería morir o, como mínimo, no vomitar.
Albert parecía  tenso.
- Creo que se ha desmayado. No sé qué ha pasado, no ha movido ni un dedo.
- (Tu nombre) - la voz de Niall sonó a mi lado. Ahora parecía aliviado. - ¿Me oyes?
- Ni... - gemí - ¿Niall?
Se rió por lo bajo.
Albert intentó acercarse, pero Niall lo detuvo y le dijo:
- Yo me encargo de ella. - intuí su sonrisa en el tono de su voz - Puedes volver a donde sea que estabas.
- No. - protestó Albert - Se supone que he de hacerlo yo, porque... ¿Tú quién eres?
El rubio soltó una risa burlona.
- Niall, Niall Horan. Y da la casualidad de que soy su novio. - resaltó esas dos últimas palabras.
De repente, la acera se desvaneció debajo de mi cuerpo. Abrí los ojos, sorprendida.
Estaba en brazos de Niall, que me había levantado en vilo, y me llevaba con la misma facilidad que si pesara 5 kilos en lugar de cincuenta.
- ¡Bájame! No hace falta que me lleves...
Por favor, por favor, que no le vomite encima. Empezó a caminar antes de que terminara de hablar.
- ¡Eh! - gritó Albert, que ya se hallaba a diez pasos detrás de nosotros.

CAPÍTULO 26

Olía a césped recién cortado. Amaba ese perfume, húmedo pero agradable y seductor.
Fui corriendo hacia el porche, aunque llegué empapada de pies a cabeza.
Albert me abrazó torpemente con un solo brazo cuando subía a trompicones la escalerilla.
- Me alegro de verte, (tu nombre). - dijo con una sonrisa al mismo tiempo que me sostenía firmemente con las dos manos - Estás guapísima. ¿Cómo está Anne?
NOTA: Anne es la madre de (tu nombre).
- Mamá está bien. Yo también me alegro mucho de verte. - no podía dejar de sonreír.
- Bueno, basta de formalidades. Ven, Dyana te está esperando. No ha parado de nombrarte desde que supo que venías.
NOTA: Vive en Dublín, es la mejor amiga de (tu nombre) desde los tres años. Es morena de ojos marrones. Tiene 17 años, al igual que su amiga.Es simpática, positiva, sus padres se divorciaron cuando ella tenía 6 años, ahora vive con el padre y su hermano mayor, Albert. Lucha por sus sueños, no se rinde hasta que lo consigue. Tiene un tatuaje de un ancla en la mano izquierda.
Cuando terminamos en su casa, Albert me propuso que fuésemos a dar un paseo y yo acepté. Pensé que tendría que contarle lo mío con Niall y todo lo que nos pasó, dado que el fue mi novio hace 2 años y no sabía nada de nada.

Íbamos caminando tranquilamente cuando mi amigo paró en seco y se volvió hacia mí.
- (Tu nombre)... Esto... es para ti... - de su bolsillo sacó una pequeña cajita forrada con un elegante papel de color negro.
- Albert, no era necesario. Muchas gracias. - me dispuse a desenvolver la caja pero me corté con el papel en el acto.
Vi que una gota de sangre recorría mi dedo índice y recordé el gran pánico que me daba la sangre.
De repente todo se volvió borroso, la cabeza me daba vueltas. Inspiré y expiré de forma acompasada por la boca. 
- ¿(Tu nombre), te encuentras bien? - preguntó Albert.
Su voz sonaba muy cerca de mi cabeza. Parecía alarmado.
- Dame un pañuelo. - dije con voz débil. No me atrevía a levantar la cabeza.
- ¿Te sientes débil?
- Sí, un poco. ¿Me dejas sentarme un minuto, por favor? - supliqué.
Me ayudó a sentarme al borde del paseo.

NEW DESIGN

Hola, mis queridos lectores!!
Bueno, como bien dice el título de esta entrada, os aviso de que en cada estación del año(Primavera, Verano, Otoño e Invierno) cambiaré el fondo del blog.
Espero que os guste la idea ;-P
Besos de vuestra escritora favorita :')
Baby Candy x.

8.24.2013

CAPÍTULO 25

Llegamos a nuestro destino. La misma temperatura que en Mullingar envolvía el ambiente. Un aire fresco rozó mi rostro. Amaba esa sensación.
Nos despedimos de Greg y se alejó en su Range Rover oscuro. De repente, escuché un silbido procedente de mi móvil y vi que alguien me había mandado un mensaje.
*Conversación por Whatsapp*
¿Habéis llegado ya? - Albert
Sí, vamos a tu casa, ok?
*Fin de la conversación*
- ¿Quién era, cariño? - me preguntó mi tía.
- Albert. Quería saber si habíamos llegado ya y le he dicho que sí y que ahora íbamos para su casa. - respondí.
- Dicho y hecho. ¿Vamos?
Asentí ansiosa. Estaba deseando verle.
- Un momento... ¿Sabes dónde vive? - dije frunciendo el ceño.
- Sí, me lo dijo su madre esta mañana, porque la he llamado para avisarle de que hoy íbamos a visitarles. - expuso.
Le lancé una sonrisa y un suspiro de alivio.
-Pediremos un taxi. - dijo mirando a todos lados.
Me aclaré la garganta y le di un golpecito en el hombro señalando con el dedo un taxi libre cerca de nosotras.
Nos montamos en él y mi tía le dijo al taxista:
- A está dirección, por favor. - señaló un papelito amarillo con la dirección de Albert.
Su casa no quedaba muy cerca que digamos de donde nos había dejado Greg, pero a pesar de que no pasamos mucho tiempo en el taxi, comenzó a llover.
No lo consideré un presagio, simplemente era inevitable. Ya me había despedido del Sol, y la verdad es  que, no me molestaba para nada.
El coche se detuvo, nos bajamos y mi tía le dio su correspondiente paga al taxista.
Cuando desvié la mirada hacia la casa vi que mi querido amigo nos esperaba apoyado en el porche.
De repente, nuestras miradas se encontraron y una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en la cara de cada uno.
Salí corriendo hacia él y me recogió en sus brazos.

8.12.2013

CAPÍTULO 24

El tiempo se pasó muy rápido. Me puse esto: http://www.polyvore.com/fresh_convination/set?id=90865996 Cogí mi bolso y salí fuera de la casa .
Eran las 3 de la tarde y habíamos comido ya; pero a pesar de ello, seguía teniendo hambre. De repente, noté unas manos frías en mi cintura. Me giré y le vi a él. A mi Niall.
- Que tenga un buen viaje, Señora Horan. Aunque no he olvidado su promesa. - me dio un dulce beso en la mejilla.
¡Diablos! Se me había olvidado por completo.
- Entonces, tendrá que ser esta noche. - alcé una de mis delineadas cejas.
- Mmm... Tengo unas ganas locas, cariño. - me buscó con la mirada. Yo puse mi mano en su mejilla acariciándola con la yema de mis dedos.
- Te quiero, Niall. No sé si podré aguantar una sola hora sin esos labios tuyos. - mi mirada se dirigía de sus ojos a sus labios y de sus labios a sus ojos.
- La verdad, es que tengo "algunos asuntos" - hizo comillas con los dedos - en Dublín, así que en cuanto me eches de menos, solo tienes que llamarme y allí estaré - dijo guiñándome un ojo.
Me preguntaba qué "asuntos" tendría en Dublín.
Mi tía apareció por detrás suya y me dijo que nos teníamos que marchar ya.
- Adiós cariño. - musitó el rubio dándome un dulce beso en la frente mientras me acariciaba el pelo.
- Adiós, Niall. - esbocé una sonrisa.
- Bueno, chicos. No es por nada, pero tenemos que irnos. Además, volveremos en unas horas. - nos interrumpió mi tía.
- Greg se ha ofrecido a llevaros hasta Dublín. - dijo Niall - Nos vemos... y no lo olvides.
Le guiñé el ojo y fui directa hacia el coche de su hermano.
Me giré para ver sus ojos una vez más y vi que en su rostro había una sonrisa tierna pero al mismo tiempo preocupada, la cual estuvo en mi mente durante el trayecto.