Pero
él dio un paso para atrás y dijo con una mueca de... ¿dolor?
¿miedo?:
-No,
no me toques. Por favor, (tu nombre).
Estás... en tu cama y me quieres dar un beso y un abrazo. Te juro
que esta vez no me voy a controlar. Es mejor que guardemos las
distancias.
A
pesar de sus palabras, me levanté de un saltó y me lancé a sus
brazos.
-Tranquilo,
Harry. Yo sé como pararte los pies, y si no lo consigo... Bueno, eso
ya se verá... ¿De acuerdo? – lo abracé más y más fuerte,
haciendo que quedásemos los dos juntos.
Él
correspondió mi abrazo, y noté un saliente que chocaba con mi
barriga. ¡Oh, no! ¡Esto empieza a no pintar bien!
Inmediatamente,
me separé de él con cara de horror y mucho, mucho miedo.
-¡Eh!
¿Qué te pasa ahora? – dijo con una sonrisa inocente y los ojos
muy abiertos, mientras se acercaba a mí.
-¡¿Que
qué pasa?! ¡Eso! ¡Eso es lo que pasa! – grité señalando,
bueno... ya lo habréis averiguado por vosotros mismos.
Él
se quedó con los ojos como platos y se sentó en el suelo con las
manos en la cabeza.
-Lo
sabía, sabía que pasaría. Joder, joder, joder. Te dije que no me
podía controlar –. murmuró para sí mismo.
-Mira,
hacemos como si no hubiese pasado nada y ya está, ¿De acuerdo? –
dije intentando tranquilizarle un poco. Alargué el brazo para
acariciarle la mejilla, pero retiré la mano rápidamente porque
sabía las consecuencias.
-De
acuerdo –. respondió con el mismo tono de voz que antes.
Le
ayudé a levantarse y me quedé unos instantes mirándole a los ojos.
No reconocía esa sensación. Pero de repente, nuestras miradas se
separaron y cada uno seguimos nuestro camino. Él se dirigió hacia
el baño y yo bajé las escaleras hasta el primer piso para seguir
con lo que había dejado a medias.
Cuando
estuve ya abajo, Niall estaba viendo la televisión con un
vaso de leche en la mano. Continué hacia la isla de la cocina, donde
había dejado mi desayuno.
Devoré
la barrita de muesli en tres bocados y me decanté por dejar la
manzana. Seguidamente, cogí la taza de té, el cual estaba congelado
(no me extrañaba) y me senté al lado de Niall.
Se
dio cuenta inmediatamente de que estaba allí y me dio un dulce beso
en la mejilla.
-¿Cómo
ha dormido hoy mi chica misteriosa? – me susurró al oído con una
sonrisa pícara en los labios.
-Como
un muerto – respondí acompañada de una risita.
Él
soltó una carcajada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario