8.30.2013

CAPÍTULO 29


Abrí los ojos para ver a Maura con una compresa fría en la mano.
- Aquí tienes, cariño -. la colocó sobre mi frente y añadió -: Tienes mejor aspecto.
- Creo que ya estoy bien -. dije mientras me incorporaba lentamente.
Me pitaban un poco los oídos, pero no tenía mareos. Las paredes no daban vueltas.
Pude ver que me iba a obligar a acostarme de nuevo, pero en ese preciso momento la puerta se abrió y Maura se golpeó la cabeza con la misma.
- ¡ Mamá! – Niall se tiró al suelo para cogerla y que no se cayera al suelo.
Me bajé de un salto para dejar libre el sofá para Maura.
- Tome, Señora Horan. Creo que la necesita usted más que yo –. le dije devolviéndole la compresa. Niall me sonrió cariñoso y como si le hubiese hecho gracia lo que acababa de decir.
- Gracias, (tu nombre). Y no hace falta que me llames Señora Horan –. respondió ella.
No nos habíamos dado cuenta de que alguien estaba en la entrada de la casa.
Entonces, Albert cruzó el umbral de la puerta, sus ojos iban de Niall a mí. La mirada que le dedicó a Niall me confirmó lo que éste me había dicho, que Albert lo aborrecía. Volvió a mirarme con gesto malhumorado.
- Tienes mejor aspecto –. me acusó.
- Tú solo métete la mano en el bolsillo –. le advertí.
- Ya no sangra –. murmuró – ¿Vas a volver?
- ¿Bromeas? Tendría que dar media vuelta y volver aquí –.las náuseas volvieron en ese momento.
- Sí, supongo que sí. ¿Vendrás este fin de semana a la playa?
Mientras hablaba, lanzó otra mirada fugaz hacia Niall, que se apoyaba con gesto ausente contra el sofá inmóvil como una estatua. Intenté que pareciera lo más amigable posible:
- Claro.
- En ese caso, nos reuniremos en la tienda de mi padre a las diez.
Su mirada se posó en Niall otra vez, preguntándose si no estaría dando demasiada información. Su lenguaje corporal evidenciaba que no era una invitación abierta, pero a mi la verdad es que no me importaba mucho, porque al fin y al cabo, no pasaba nada si había una persona más, ¿no?
- Allí estaré –. prometí.
- Bueno, nos vemos –. dijo, dirigiéndose con inseguridad hacia la puerta.
-¡Espera! – se giró de inmediato – ¿Podría venir él también? – continué señalando a Niall.
La expresión de Albert se volvió tensa y nerviosa. Y tartamudeando respondió:
-Claro. Sin problema.
-Gracias. Hasta la vista –. repliqué con una sonrisa falsa.
Me miró una vez más con la contrariedad escrita en su rostro y se encorvó mientras cruzaba lentamente la puerta. Me invadió una oleada de compasión.
-Este chico miente muy, pero que muy mal –. me susurró Niall al oído con una sonrisa burlona. Le di un codazo, aunque se me escapó una risita.

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