Abrí
los ojos para ver a Maura con una compresa fría en la mano.
-
Aquí tienes, cariño -. la colocó sobre mi frente y añadió -:
Tienes mejor aspecto.
-
Creo que ya estoy bien -. dije mientras me incorporaba lentamente.
Me
pitaban un poco los oídos, pero no tenía mareos. Las paredes no
daban vueltas.
Pude
ver que me iba a obligar a acostarme de nuevo, pero en ese preciso
momento la puerta se abrió y Maura se golpeó la cabeza con la
misma.
- ¡
Mamá! – Niall se tiró al suelo para cogerla y que no se cayera al
suelo.
Me
bajé de un salto para dejar libre el sofá para Maura.
-
Tome, Señora Horan. Creo que la necesita usted más que yo –. le
dije devolviéndole la compresa. Niall me sonrió cariñoso y como si
le hubiese hecho gracia lo que acababa de decir.
-
Gracias, (tu
nombre). Y no
hace falta que me llames Señora Horan –. respondió ella.
No
nos habíamos dado cuenta de que alguien estaba en la entrada de la
casa.
Entonces,
Albert cruzó el umbral de la puerta, sus ojos iban de Niall a mí.
La mirada que le dedicó a Niall me confirmó lo que éste me había
dicho, que Albert lo aborrecía. Volvió a mirarme con gesto
malhumorado.
-
Tienes mejor aspecto –. me acusó.
- Tú
solo métete la mano en el bolsillo –. le advertí.
- Ya
no sangra –. murmuró – ¿Vas a volver?
-
¿Bromeas? Tendría que dar media vuelta y volver aquí –.las
náuseas volvieron en ese momento.
- Sí,
supongo que sí. ¿Vendrás este fin de semana a la playa?
Mientras
hablaba, lanzó otra mirada fugaz hacia Niall, que se apoyaba con
gesto ausente contra el sofá inmóvil como una estatua. Intenté que
pareciera lo más amigable posible:
-
Claro.
- En
ese caso, nos reuniremos en la tienda de mi padre a las diez.
Su
mirada se posó en Niall otra vez, preguntándose si no estaría
dando demasiada información. Su lenguaje corporal evidenciaba que no
era una invitación abierta, pero a mi la verdad es que no me
importaba mucho, porque al fin y al cabo, no pasaba nada si había
una persona más, ¿no?
-
Allí estaré –. prometí.
-
Bueno, nos vemos –. dijo, dirigiéndose con inseguridad hacia la
puerta.
-¡Espera!
– se giró de inmediato – ¿Podría venir él también? –
continué señalando a Niall.
La
expresión de Albert se volvió tensa y nerviosa. Y tartamudeando
respondió:
-Claro.
Sin problema.
-Gracias.
Hasta la vista –. repliqué con una sonrisa falsa.
Me
miró una vez más con la contrariedad escrita en su rostro y se
encorvó mientras cruzaba lentamente la puerta. Me invadió una
oleada de compasión.
-Este
chico miente muy, pero que muy mal –. me susurró Niall al oído
con una sonrisa burlona. Le di un codazo, aunque se me escapó una
risita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario