8.30.2013

CAPÍTULO 32


Se acercó más a mí y se tumbó a mi lado, sin hacer caso de mi petición.
-Tranquila, no voy a hacerte nada, cariño. Ven, vamos a dormir –. murmuró cogiéndome fuertemente de la mano y tirando de mí, pero por desgracia (para mí, no para él), caí encima suya. ¿Lo habrá hecho a posta?
-No puedo dormir así –. dije señalando mi ropa.
-Eso se puede solucionar rápido –. respondió con una sonrisa juguetona.
-No...Niall, no... Voy a coger una camiseta, si no te importa, claro.
Pegué un salto hasta llegar a la puerta de su armario. Había dos estanterías llenas de camisetas de tirantes muy anchas. Opté por coger una en la que ponía “Crazy Mofos”.
-Ahora vengo –. dije llevando en mi mano la camiseta.
-Puedes cambiarte aquí, (tu nombre) –. su sonrisa seguía teniendo el mismo significado que antes.
¡Venga, tía! ¡Haz caso al rubito! ¿No ves lo que quiere?, me dijo mi subconsciente, que parecía haberse revolucionado por completo.
-...Vale...
Acepté su oferta, quedándome en ropa interior. Me di la vuelta y mis mejillas ardían furiosas, al igual que el resto de mi cuerpo.
-Eres preciosa, (tu nombre) –. murmuró con la mirada fija en mi cuerpo.
Fugazmente, me puse su camiseta y me hice un moño alto; mientras doblaba mi ropa y la ponía en una silla próxima al escritorio.
Di unos saltitos hasta la cama y me acosté a su lado. Él me rodeó con su brazo quedando pegado el uno al otro.
-Me encanta esta camiseta –. comentó con una dulce sonrisa.
-A mí también. Es muy... apropiada –.
-¿En serio? ¿Eres una “CrazyMofo”? –. exclamó incrédulo alzando una ceja.
-¡Por supuesto! Me atrevería a decir que la más crazy de todas. Jajaja –. dije con autosuficiencia.
-No me lo creo. ¡Demuéstralo! –. murmuró haciéndose el interesante. Pero yo sabía por donde iba.
-Sé por dónde vas, Niall. Ya hemos hablado de ello...
-Sí, pero por desgracia te he pedido que me demuestres lo que has dicho –. en ese instante, me recordó un poco al personaje de Christian Grey. Tan seductor, controlador, auto-suficiente e irresistiblemente sexy.
Mi subconsciente seguía tan alocado como anteriormente.
-Es usted muy insistente, señor Horan.
-Lo sé, señorita Misterio.
-Me gusta ese mote –. dije con una sonrisa, misteriosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario