8.24.2013

CAPÍTULO 25

Llegamos a nuestro destino. La misma temperatura que en Mullingar envolvía el ambiente. Un aire fresco rozó mi rostro. Amaba esa sensación.
Nos despedimos de Greg y se alejó en su Range Rover oscuro. De repente, escuché un silbido procedente de mi móvil y vi que alguien me había mandado un mensaje.
*Conversación por Whatsapp*
¿Habéis llegado ya? - Albert
Sí, vamos a tu casa, ok?
*Fin de la conversación*
- ¿Quién era, cariño? - me preguntó mi tía.
- Albert. Quería saber si habíamos llegado ya y le he dicho que sí y que ahora íbamos para su casa. - respondí.
- Dicho y hecho. ¿Vamos?
Asentí ansiosa. Estaba deseando verle.
- Un momento... ¿Sabes dónde vive? - dije frunciendo el ceño.
- Sí, me lo dijo su madre esta mañana, porque la he llamado para avisarle de que hoy íbamos a visitarles. - expuso.
Le lancé una sonrisa y un suspiro de alivio.
-Pediremos un taxi. - dijo mirando a todos lados.
Me aclaré la garganta y le di un golpecito en el hombro señalando con el dedo un taxi libre cerca de nosotras.
Nos montamos en él y mi tía le dijo al taxista:
- A está dirección, por favor. - señaló un papelito amarillo con la dirección de Albert.
Su casa no quedaba muy cerca que digamos de donde nos había dejado Greg, pero a pesar de que no pasamos mucho tiempo en el taxi, comenzó a llover.
No lo consideré un presagio, simplemente era inevitable. Ya me había despedido del Sol, y la verdad es  que, no me molestaba para nada.
El coche se detuvo, nos bajamos y mi tía le dio su correspondiente paga al taxista.
Cuando desvié la mirada hacia la casa vi que mi querido amigo nos esperaba apoyado en el porche.
De repente, nuestras miradas se encontraron y una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en la cara de cada uno.
Salí corriendo hacia él y me recogió en sus brazos.

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