Entrelazamos
nuestros dedos y comenzamos nuestro paseo; Niamh iba siguiéndonos
por detrás.
-
Que tarde tan bonita hace, ¿verdad, Niall? - pregunté.
-
Sí, una bonita aunque fría tarde de invierno.
En
ese momento, me cayó una mota de nieve en la nariz y miré hacia
arriba.
-
¡Está nevando, Niall! - grité muy sonriente.
-
Jajaja. ¡Es verdad!
-
Ahora va a ser el doble de románica – pensé, de nuevo en voz
alta.
-
Pues, ¡vamos a hacerlo el triple! - dijo Niall, rodeando
sensualmente mi cintura y dándome besos rápidos que mis labios no
eran a penas capaces de percibir.
Iba
mirando a Niall, pero sin darme cuenta me resbalé con una placa de
hielo que había por el camino.
Él
tuvo unos reflejos increíbles y me cogió en sus brazos.
Nos
quedamos paralizados, no sé si fue por la situación o por el frío
que hacía.
Pero,
a pesar de eso, me robó un beso.
-
¿Te has hecho daño, (tu
nombre)?
- me preguntó con voz preocupada.
-
No, ¿y tú?
-
Tranquila, no me he hecho nada esta vez. Aunque, llevamos una racha
que no veas. Jejeje.
-
¡Es verdad! - concluí, levantándome con mucho cuidado del frío y
congelado suelo.
Pasado
un rato, miramos a nuestro alrededor, pero no veíamos a Niamh.
-
¿Has visto a Niamh? - dije mirando a todos lados.
-
No, pero no te preocupes; seguro que lo encontramos, (tu
nombre).
No debe estar muy lejos.
-
Eso espero, Niall. Porque si le pasa algo...
Comenzamos
a buscarlo, buscarlo y rebuscarlo.
No
lo veíamos por ninguna parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario