Le
lanzo una mirada ardiente y una pasional sonrisa se dibuja en la
comisura de mis labios.
-Oh,
no intente ponerse tierna conmigo, futura Señora Horan. Ahora mismo,
quiero... – Corre su mano a través de su cabello, luego, mueve la
cabeza y cambia de rumbo.
Oh,
Dios... Un escalofrío me recorre. ¿Qué está pensando?
Sé
que está jugando... pero doy un cauteloso paso hacia atrás lejos de
él. Sonríe perversamente.
-¿Ese
es el juego? – susurra – Porque te atraparé –. Y sus ojos
arden con una brillante intensidad juguetona –. Y te estás
mordiendo el labio –. dice amenazante.
Todas
mis entrañas se aprietan a la vez. Oh
mi... Mi futuro marido
quiere jugar.
Doy
otro paso atrás, luego giro para correr, pero fue en vano. Niall me
agarra, de un solo golpe fácil, mientras chillo de alegría,
sorpresa y shock.
Me alza por encima del hombro y se dirige por el pasillo.
-¡Niall!
– musito, tomando en cuenta que su
madre estaba abajo y podría oírnos.
Me
mantengo equilibrada poniendo mis manos en lo bajo de su espalda; a
continuación, en un impulso valiente, golpeo su trasero. Él me
golpeó de vuelta.
-¡Auch!
– grito.
-Es
momento de ducharse –. declara triunfalmente.
-¡Bájame!
– intento, y fallo al sonar rechazadora. Mi lucha es inútil, su
brazo me sujeta firmemente sobre mis muslos, y por alguna razón no
puedo dejar de reír.
-¿Cómoda
en esos zapatos? – pregunta deleitado mientras abre la puerta del
cuarto de baño.
-Prefiero
que estén tocando el suelo –. intento gruñirle, pero no es muy
eficaz ya que no puedo evitar que una carcajada salga de mi garganta.
-Sus
deseos son órdenes para mí, Señorita Horan –. sin ponerme abajo,
él desliza mis zapatos y deja que resuenen en el suelo de madera.
Pausado por la vanidad, vacía sus bolsillos, su iPhone, llaves,
cartera. Sólo puedo imaginar cómo me veo en el espejo desde este
ángulo. Cuando termina, se marcha directamente a la gran ducha.
-¡Niall!
– le regaño en voz alta, su intención es ahora clara.
Abre
el agua al máximo. ¡Por
Dios! Agua del ártico
cae a chorros sobre mi espalda, y chillo. Luego me detengo,
consciente una vez más de que Maura sigue abajo nuestra.
Hace
frío y estoy completamente vestida. El agua congelada se absorbe en
mi ropa, mis bragas y mi sujetador. Estoy empapada y no puedo dejar
de reír.
-¡No!
–. chillo – ¡Bájame! – Lo golpeo de nuevo, más fuerte esta
vez, y Niall me suelta dejando que me deslizase por su cuerpo ahora
empapado de pies a cabeza. Su camiseta blanca se pega a su pecho y
sus pantalones están mojados. Estoy empapada, también, sonrojada,
mareada y sin aliento, y él está sonriendo en mi dirección,
luciendo tan... tan increíblemente sexy.
Él
se despeja, con sus ojos brillantes, y pone mi cara entre sus manos
otra vez, atrayendo mis labios a los suyos. Su beso es suave,
acariciante, y me distrae por completo. Ya no me importa que esté
completamente vestida y mojada en la ducha de Niall. Somos apenas
nosotros dos bajo la cascada de agua fría. Está de vuelta, es mío.
En
un solo movimiento se quita la camiseta y hace lo mismo con la mía.
La
sangre hierve por mis mejillas. Debo
de estar del color de un tomate en este momento, Dios! ;
pienso.
Mi
subconsciente no sabe qué hacer, pero idea un plan rápido aunque no
sabía si funcionaría porque en el modo en el que estaba mi futuro
marido (me encantaban
esas palabras) no sería muy fácil convencerlo.
-Fuera
–. musito con voz seca y autoritaria.
-¿Cómo?
– pregunta incrédulo.
-Sal
de la ducha, ¡ya!
-Pero...
¿por qué?
Ahora
mi subconsciente esta mondándose de la risa, no podía con esto. La
cara que había puesto era como: “¿Qué estás diciendo? ¿Estás
loca?”
-No
hablarás en serio.
-Oh,
sí –. susurré con una sonrisa traviesa en la comisura de mis
labios.
Le
di un beso fugaz y lo guié fuera de la ducha.
-Tranquilo,
quedará algo de agua para ti, cariño. Aunque lo más probable es
que esté fría
– resalté esa palabra debido al mal
rato que me había hecho pasar.
De
repente noto que se ha acordado de algo.
-Lo
que sí
que va a estar fría es... ¡la comida! –. exclamó.
-¡Corre,
Niall! ¡Corre!
En
serio, no podía aguantarme la risa, así que en cuanto cruzó el
umbral de la puerta solté una enorme carcajada.
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