10.13.2013

CAPÍTULO 51


Le lanzo una mirada ardiente y una pasional sonrisa se dibuja en la comisura de mis labios.
-Oh, no intente ponerse tierna conmigo, futura Señora Horan. Ahora mismo, quiero... – Corre su mano a través de su cabello, luego, mueve la cabeza y cambia de rumbo.
Oh, Dios... Un escalofrío me recorre. ¿Qué está pensando?
Sé que está jugando... pero doy un cauteloso paso hacia atrás lejos de él. Sonríe perversamente.

-¿Ese es el juego? – susurra – Porque te atraparé –. Y sus ojos arden con una brillante intensidad juguetona –. Y te estás mordiendo el labio –. dice amenazante.
Todas mis entrañas se aprietan a la vez. Oh mi... Mi futuro marido quiere jugar.
Doy otro paso atrás, luego giro para correr, pero fue en vano. Niall me agarra, de un solo golpe fácil, mientras chillo de alegría, sorpresa y shock. Me alza por encima del hombro y se dirige por el pasillo.
-¡Niall! – musito, tomando en cuenta que su madre estaba abajo y podría oírnos.
Me mantengo equilibrada poniendo mis manos en lo bajo de su espalda; a continuación, en un impulso valiente, golpeo su trasero. Él me golpeó de vuelta.
-¡Auch! – grito.
-Es momento de ducharse –. declara triunfalmente.
-¡Bájame! – intento, y fallo al sonar rechazadora. Mi lucha es inútil, su brazo me sujeta firmemente sobre mis muslos, y por alguna razón no puedo dejar de reír.
-¿Cómoda en esos zapatos? – pregunta deleitado mientras abre la puerta del cuarto de baño.
-Prefiero que estén tocando el suelo –. intento gruñirle, pero no es muy eficaz ya que no puedo evitar que una carcajada salga de mi garganta.
-Sus deseos son órdenes para mí, Señorita Horan –. sin ponerme abajo, él desliza mis zapatos y deja que resuenen en el suelo de madera. Pausado por la vanidad, vacía sus bolsillos, su iPhone, llaves, cartera. Sólo puedo imaginar cómo me veo en el espejo desde este ángulo. Cuando termina, se marcha directamente a la gran ducha.
-¡Niall! – le regaño en voz alta, su intención es ahora clara.
Abre el agua al máximo. ¡Por Dios! Agua del ártico cae a chorros sobre mi espalda, y chillo. Luego me detengo, consciente una vez más de que Maura sigue abajo nuestra.

Hace frío y estoy completamente vestida. El agua congelada se absorbe en mi ropa, mis bragas y mi sujetador. Estoy empapada y no puedo dejar de reír.
-¡No! –. chillo – ¡Bájame! – Lo golpeo de nuevo, más fuerte esta vez, y Niall me suelta dejando que me deslizase por su cuerpo ahora empapado de pies a cabeza. Su camiseta blanca se pega a su pecho y sus pantalones están mojados. Estoy empapada, también, sonrojada, mareada y sin aliento, y él está sonriendo en mi dirección, luciendo tan... tan increíblemente sexy.

Él se despeja, con sus ojos brillantes, y pone mi cara entre sus manos otra vez, atrayendo mis labios a los suyos. Su beso es suave, acariciante, y me distrae por completo. Ya no me importa que esté completamente vestida y mojada en la ducha de Niall. Somos apenas nosotros dos bajo la cascada de agua fría. Está de vuelta, es mío.

En un solo movimiento se quita la camiseta y hace lo mismo con la mía.
La sangre hierve por mis mejillas. Debo de estar del color de un tomate en este momento, Dios! ; pienso.
Mi subconsciente no sabe qué hacer, pero idea un plan rápido aunque no sabía si funcionaría porque en el modo en el que estaba mi futuro marido (me encantaban esas palabras) no sería muy fácil convencerlo.

-Fuera –. musito con voz seca y autoritaria.
-¿Cómo? – pregunta incrédulo.
-Sal de la ducha, ¡ya!
-Pero... ¿por qué?
Ahora mi subconsciente esta mondándose de la risa, no podía con esto. La cara que había puesto era como: “¿Qué estás diciendo? ¿Estás loca?”
-No hablarás en serio.
-Oh, sí –. susurré con una sonrisa traviesa en la comisura de mis labios.
Le di un beso fugaz y lo guié fuera de la ducha.
-Tranquilo, quedará algo de agua para ti, cariño. Aunque lo más probable es que esté fría – resalté esa palabra debido al mal rato que me había hecho pasar.

De repente noto que se ha acordado de algo.
-Lo que que va a estar fría es... ¡la comida! –. exclamó.
-¡Corre, Niall! ¡Corre!
En serio, no podía aguantarme la risa, así que en cuanto cruzó el umbral de la puerta solté una enorme carcajada.


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