9.15.2013

CAPÍTULO 46

Sonreí al cielo y cuando bajé la mirada, él tenía una enorme sonrisa dibujada en la comisura de sus labios. Sus dientes perfectos brillaban con la luz del Sol.
Pasaron apenas 2 minutos y ya llovía a cántaros. Yo no me movía. Seguía de pie, en mi sitio, mirando la inmensidad del bosque... Cuando unos brazos me rodearon el cuerpo de cintura para arriba.
-Estás resfriada, no quiero que empeores -. musitó.
Seguía inmóvil. Estaba hipnotizada por el paisaje.
-¡Guau!
-¿Te gusta? -. preguntó y, aunque estaba detrás mía pude notar su sonrisa torcida de siempre.
-Tiene... cierto encanto.
Me tiró de la trenza (que me había llevado media hora hacer) y rió entre dientes. Solté un gemido y me dijo:
-Nos vamos, nena.
Me quedé parada, porque quería darle algo de juego al asunto.
-¡Eh! ¿Qué te pasa?
-Me... has... despeinado... -. lo dije pausadamente, palabra por palabra. Me giré, alcé una mano... y le revolví todo el pelo. Sabía lo obsesionado que estaba con su peinado. Además... me había destrozado el mío, así que me vengué.
-(Tu nombre)... Sabes perfectamente lo que me gusta cuidarme el pelo e ir bien peinado... ¿Por qué has hecho eso? - sabía que en realidad no estaba enfadado.
Intenté reírme, pero la risa se me quedó pegada a la garganta. Me arreglé como pude la trenza.
-Tienes un aspecto adorable.
Me tomó de la mano de forma casual, sin pensarlo.
-Achuuuuuuuuuuuuuu !! - solté.
Él se volvió hacia mí y se quedó mirándome. Mis mejillas adquirieron un color fuera de lo normal.
-Bless you! - dijo.
-¿Tienes... tienes un pañuelo, Harry? -. tartamudeé con una mano tapándome la nariz.
-Sí, por supuesto -. respondió sacando un pañuelo del bolsillo de su abrigo – Aquí tienes prin... (tu nombre) -. y me lo dio.
-Gracias... Harry -. musité con una débil sonrisa.
Él volvió a quedarse mirándome como un bobo. Me incomodaba bastante.
-De nada... Para eso están los amigos, ¿no? - dijo con naturalidad, pero a pesar de ello, con ese aire frío y serio de Christian Grey.
-Sí... supongo... - tartamudeé.

Unos minutos después de haber dicho eso, me acerqué a él y me refugié como pude a su lado. Y cuando nos rozamos, él dio un paso hacia atrás y dijo con un tono seco:
-Venga, vámonos. Se está haciendo de noche y llueve a cántaros. Nos estamos poniendo perdidos.
Me llevó de la mano corriendo a través del enorme bosque mientras soltábamos alguna que otra carcajada. Su actitud pasó de ser fría, a juvenil y cálida.
-¡Creo que me he resfriado! - exclamó Harry sonriendo.
-¡Bienvenido al club! - le dije con su misma sonrisa.

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